Grúas, matojos y postes con cables, dan la bienvenida al turista que visita el Drago.
Los humanos nos acostumbramos con
muchísima facilidad a todas las cosas sean buenas
Dos grúas afean este bonito paisaje
o malas. Y a la vista
está a poco que demos una vuelta, tan solo a nuestro alrededor. Si en la puerta
de nuestra casa aparece la mierda de un perro y no la limpiamos, pasaran los
días y eso que al principio nos podría suponer repulsa, finalmente pasará desapercibida.
Por eso hoy voy a escribir algo
sobre mi querido pueblo de Icod de los Vinos.
Todos los días de mi vida y desde
hace ya casi medio siglo tengo por necesidad y lo hago con gusto, que pasar por
Icod de los Vinos para ir a mi trabajo y al llegar a ese mi segundo pueblo, me
topo de frente con el Drago Milenario. Una bonita estampa si alguien no se
hubiese empeñado en deteriorarla desde hace algún tiempo.
Los matojos nos dan la bienvenida |
Uno de los puntos de referencia
del turista que visita nuestra isla es el drago de Icod. La prueba está que aún
hoy –y ya menos que hace algunos años- aparecen güagüas con turistas a visitar
ese monumento natural y hacerles las fotografías correspondientes para
llevarlas a sus países como recuerdo.
Pero, ¿que se encuentra el
turista al llegar a ese esperado y deseado lugar del que tanto han oído hablar?
Primero: No tienen un mirador donde poder contemplar el drago desde que se
bajan de la güagüa en las inmediaciones del túnel.
Segundo El recorrido que hacen
los turistas para hacer las fotografías es sumamente peligroso debido al tránsito
de vehículos.
Tercero: Las jardineras que están
en primera línea, están llenas de matojos y descuidadas, dando una mala
sensación de bienvenida.
Bonita estampa si eliminamos ciertas cosas |