¡¡QUE PENSARÁN DE NOSOTROS!
Hace años, cuando un ciudadano
depositaba su voto en el día de las elecciones, lo hacía con una ilusión
meridianamente alta. Ponía su ilusión en aquel partido o candidato que le ofrecía
mayor confianza, o en aquel programa electoral que ofrecía una serie de cosas
que él en su interior deseaba que se llevara a cabo, bien por el o por su
entorno.
Pensar que en su ciudad o
pueblo se iba a llevar a cabo la construcción de un centro cultural, un
polideportivo o tan solo que se iba a hacer una gestión para embellecer su
barrio, era suficiente atractivo para que el ciudadano de a pie fuese ese
domingo electoral a depositar su voto.
Hoy, eso no está ocurriendo,
la política se está convirtiendo en un engaño, en un negocio, en un puesto de
trabajo, en un quítate tu para ponerme yo, porque ni siquiera se respeta el
deseo del pueblo. Hoy se vota un partido político que es el ganador y como no
tenga mayoría absoluta no puede gobernar. Se pueden unir todo el resto de partidos
aunque sean una docena para echar a aquel partido que ganó las elecciones pero
que no obtuvo la mayoría suficiente.
Es más, ha habido casos de
formar un partido político tan solo con la intención de echar al candidato
contrincante si llegara a ganar y una vez hecho el descalabro, ese partido
desaparece.
Aquí se está viendo que no se está pensando en
el bienestar de España y de los españoles, solo se está pendiente para ver cómo
podemos echar al que está gobernando aunque lo esté haciendo bien y a eso no
hay derecho. Las cosas no se hicieron tan bien como pensamos desde un
principio. Se dejó ese resquicio de la puerta para que ciertos trapiches se
pudiesen llevar a cabo. Por si acaso…
A raíz de esto ¿qué está
ocurriendo? Pues que el ciudadano, el votante, el que paga los impuestos, está
pasando de todo, ya la política le está dando igual. Ya nada lo ilusiona y le
da lo mismo ir que no ir a votar. Llegará, es más está llegando ya el momento
en que irá a votar aquel que solo quiere que ganen los suyos aunque sean unos papafritas.
Ni siquiera el ciudadano confía
ya en los medios de comunicación que deberían ser neutrales, el periodista debe
ser neutral aunque tenga sus ideales, pero ante todo está la información veraz
al ciudadano, pero aquí esto no está ocurriendo y basta con ver o escuchar
algunas tertulias. Hay periodistas que defienden lo indefendible aunque eso que
defienden con tanto ardor perjudique a los “suyos” y se quedan tan frescos. Y
el ciudadano se pregunta ¿qué concepto tienen estos periodistas y estos políticos
del votante español?
¿Qué pensarán de todos
nosotros?
Es importante poner cada
cosa en su sitio. El periodista, criticar la labor del político que lo hace mal
y alabar lo que hace bien, que no es necesario porque para eso el ciudadano le
paga, y el político trabajar, hacerlo bien, luchar por su país, región, ciudad
o barrio. Para eso está ahí, para eso lo ha votado el ciudadano.
La oposición está para eso,
para hacer oposición, no para echar al que está gobernando valiéndose de las
artimañas que la Constitución le permite, salvo que el que gobierna cometa una barrabasada.
Pero incluso eso, eso lo debe de juzgar el votante, no el político opositor.
Un pueblo sin ilusión es
como un jardín sin flores. Llegaran políticos que le dirán al pueblo lo que el
pueblo quiere escuchar y entonces ahí vendrá el problema.
Como solemos decir por aquí:
¡despierta simplón!