*San
Esteban fue un diácono, considerado el protomártir (primer mártir) cristiano. Es uno de los pocos santos, al
margen de los apóstoles o
la propia familia de Jesús, que aparece
mencionado en los Evangelios canónicos.
La
figura de san Esteban se encuadra a principios del siglo I, momento en el que el Cristianismo era
considerado una secta más del Judaísmo.
Según
los Hechos de los
Apóstoles, Esteban era el líder de los siete diáconos nombrados
por los apóstoles en
defensa de los judíos helenistas, esto es, aquellos judíos de la diáspora que
hablaban griego a pesar de vivir en Jerusalén. Desde esta posición, Esteban
denunciará las preferencias que la Iglesia daba
a los judíos hebreos frente a los judíos helenistas, condenando a su vez el uso
del Templo de Jerusalén como asiento de la idolatría contraria
a la Ley de Moisés y afirmando que sólo Jesús estaba llamado a espiritualizar el
culto del templo.
Estas
ideas chocarán con los intereses materiales de la casta sacerdotal y con las
creencias del pueblo judío, lo que acabará incomodando a los fariseos de
algunas sinagogas, quienes acusarán a Esteban ante el Sanedrín de
blasfemia contra Moisés y
contra Yahveh. La asamblea lo considerará culpable y Esteban será
lapidado a las afueras de Jerusalén mientras, según la tradición, oraba por sus
verdugos, diciendo: "Señor, no les tomes en cuenta este pecado".
Entre los participantes se encontrará el futuro San Pablo, aunque las fuentes no mencionan su
partición en el apedreamiento, sí mencionan que cuidó la ropa de los que lo
hacían.
Han pasado veinte siglos y el
Cristianismo sigue siendo perseguido y nadie dice nada. No se oye a nadie de la
clase política alzar la voz en ninguna parte del mundo para denunciar los
lamentables hechos que a diario están ocurriendo en países como Pakistán,
Siria, Libia, Corea del Norte, Nigeria y un largo etcétera. En muchos medios de
comunicación ocurre lo mismo, solo algunos alzan la voz y solo queda en un susurro
porque otros casos gritan más, tienen más relevancia.
¿Por qué tan cobardemente la
clase política mayoritariamente cristiana, no denuncia las atrocidades que a
diario se están cometiendo? Silencio, solo el silencio hace que nos avergoncemos de semejante realidad. Ellos no, ellos callan, callan todos como muertos, que
se jodan, dirán con sus silencios. Lamentable no oír a alguien repudiar estos
actos propio de vándalos. Silencio. ¿Qué pasaría si ocurriese al revés?
¿Por qué nuestros políticos reniegan
de lo que son? Y no digo, ni quiero que todo el mundo comulgue con las mismas
ideas, cada cual es libre de tener sus propias creencias, faltaba más, pero, ¿por
qué no permiten que cada cual tenga las suyas? Acaso los cristianos no tenemos
los mismos derechos que los que profesan otras religiones, o no practican ninguna?
¿Acaso los cristianos nos metemos con esa otra gente?
Los cristianos creemos que todo
el mundo es libre, por lo cual cada uno tiene la libertad de creer en lo que le
venga en gana. Tal es así que si nos pusiésemos solo un instante en pensar bien
las cosas, nos daríamos cuenta de cuánto bien hacen nuestras iglesias hasta a
sus propios enemigos.
Leerán o no este escrito
algunos políticos, pero les dará igual que mueren cientos o miles de personas
por el simple hecho de ser cristianos, les dará igual los cientos de miles de
personas que huyen de sus hogares y de sus ciudades por el simple hecho de ser
cristianos, a muchos de ellos les dará igual, y muchos de ellos, posiblemente
les duela algo lo que está ocurriendo, pero serán incapaces de denunciarlo. Ignoramos
el motivo, o no.