EL PESIMISMO DEL CIUDADANO
Es normal que tal y como está la
situación política y económica en España seamos unos pesimistas de cuidado.
Es normal que teniendo a los
políticos que tenemos en nuestro país, seamos aún más pesimistas porque parece
que temen hablar al pueblo abiertamente. El pueblo necesita hoy más que nunca saber
como nos encontramos. Pero sin tapujos
que ya somos mayorcitos.
Es normal que viendo a una clase
política que desempeña su papel en la oposición y a lo que todo dice NO, y que
todo lo que hace el Gobierno le parezca mal, el ciudadano español sienta cada
día más repulsa por ellos porque ya no sabe si en realidad la oposición se
opone a ciertas cosas por el bien de España y de los españoles o por el bien de
los políticos de turno y de su partido.
Es normal que el ciudadano que
trabaja y lucha a diario para sacar al país y a su familia adelante viendo lo “incendiadas”
que están las calles y universidades a diario, recele de todo aquello que dicen
que se está haciendo por nuestro bien, porque ya nadie cree en nada ni en nadie
aunque sea verdad.
Vemos que desde el Gobierno de
España se están tomando toda clase de medidas, supuestamente por el bien de los
ciudadanos y de España, pero claro, como la oposición, los sindicatos, muchos
periodistas y agentes sociales dicen que todo eso está mal, ya, los de a pie no
sabemos quien dice la verdad y quien nos engaña.
Los Españoles nos hemos vuelto
incrédulos, pasamos de los políticos como perro por viña vendimiada, todo nos
da igual, hasta el extremo de que hemos perdido toda ilusión. Si mañana los
políticos desparecieran de la vida social creo que la inmensa mayoría nos
alegraríamos.
España se ha convertido por culpa
de los políticos –y no quiero generalizar- en un país de fabula. Unos con la
matraca diaria del no a todo y que todo está mal, pero cuando ellos gobernaban
hicieron lo mismo y nada pasaba. Otros con la matraca del separatismo
aprovechando la ocasión en que a España le están temblando las patas en las que
se asienta para dar el golpe definitivo.
Pero, ¿algún político se ha parado ha pensar que
creen los ciudadanos de todo esto?
Pues no. El político, ya lo he
dicho otras veces, es un ser superior. El está por encima del bien y del mal y
le importa una mierda su ciudad, su región y su país, al igual que le importa
otra mierda lo que pienses los ciudadanos.
El político revolverá su parcela
durante el tiempo que el “personal” quiera y lo quiera el, que siempre será el
mayor tiempo posible –hasta que el cuerpo aguante- y luego se irá, y ahí les queda el paquete
para que el que venga atrás lo solucione.
Pero no solo el político es el
responsable, sino el ciudadano que le ha dado su voto una y otra vez. Pero
claro, es que hay mucho estomago agradecido y muchas cabezas huecas que saltan y
bailan al son de la flauta.
Es normal que el ciudadano viendo
todo esto se haya convertido en un pesimista redomado. Que Dios nos asista.