En realidad, nada echabas en falta.
Mirando al pasado y recordando con anhelo mis
primeros pasos en el barrio que me vio nacer, me ha llegado a la memoria
aquellos tiempos de caminos de tierra y piedra, de viviendas sin agua corriente
y sin luz más que la que ofrecía un simple quinqué, una vela o un trozo de tea
cogido al agujero de la pared de piedra de la estancia que habitabas.
Pero en realidad nada echabas
en falta, era la forma de vivir de aquellos tiempos y era lo que había.
El agua ibas a recogerla a la
Madre del Agua, abajo, sobre la bahía de Las Aguas en La Viña Grande con
barriles en mulos o sobre los hombros si eras hombre y si eras mujer sobre la
cabeza.
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Madre del Agua. Aquí se recogía el agua y se lavaba la ropa |
Alguna vez ocurrió que los
animales resbalaban por aquel camino tortuoso que no es el actual y caían al
vacio con la carga, produciendo en la
corta población de Genovés una alarma social que obligaba a todos los vecinos a
ser solidarios con aquel que sufría tan grave accidente. El animal en cuestión
se dejaba en aquel lugar si no se podía llegar a el, y servía de pasto a las
aves de rapiña, entre ellas la gran cantidad de cuervos que abundaban en
aquella época en La Viña Grande. Hoy ya no queda vestigio alguno de esa ave.
Los vecinos eran solidarios
los unos con los otros y se ayudaban entre si en todo lo que hubiese menester.
Siembras y recogidas de cosechas… y aquel que tenia los medios ayudaba con sus
bestias al otro vecino para transportar la carga, bien hasta su casa o a sus
terrenos. Nada se echaba en falta, pues poco había, pero todo el mundo era feliz.
Recuerdo ver a un vecino
cantando por nuestros caminos todas las mañanas cuando iba al trabajo
cotidiano. Todos se saludaban con la alegría de la felicidad que llevaban
dentro aunque al regreso de aquel duro
trabajo a su casa llegara “reventado”. No solo eran los hombres, también las mujeres
que luego al llegar tenían que hacer la labor diaria de su casa.
Recuerdo aquellos años sin luz
con calles oscuras de noche, porque la
electricidad llegó a Genovés con treinta años de retraso respecto a otros
barrios de Garachico. ¡Treinta años! Siempre ha pasado lo mismo, las cosas a Genovés llegan con mucho retraso. El Presupuesto
municipal no alcanza para Genovés y hay que dejarlo para una segunda fase.
Siempre igual.
Los vecinos más pudientes,
posiblemente aquellos que regresaban o tenían parientes en Venezuela comenzaron
a electrificar sus viviendas. Más tarde llegaría para esos mismos vecinos la
televisión. Ellos abrían las puertas de sus casas con el fin de que aquellos
que no tenían tele pasaran a verla. Los mayores se sentaban en sillas o bancos y
los pequeños en el suelo y todos muy contentos.
Allí vimos por primera vez las corridas de toros en blanco y negro,
películas del Oeste americano, Jim West, Bonanza etc. etc. Los telediarios, un
partido de futbol, todo esto en diferido porque la señal televisiva no llegaba
a Canarias para retransmitirlo en directo.
Más tarde otros vecinos cobrarían por ver la tele y pagábamos
gustosamente, era una cantidad ínfima pero servía para paliar los gastos y así
ya no “molestábamos” a esos vecinos que compartían con nosotros lo que
buenamente tenían. Sirvan estas líneas de agradecimiento a todos ellos – más
bien ellas-
Hoy que tenemos de todo:
¿seriamos capaces de soportar todas aquellas cosas que nuestros mayores
tuvieron que soportar y compartir tan a
gusto?
Recuerdo las fiestas de
Genovés. Eran bulliciosas, alegres, con armonía, con tranquilidad donde todos
los vecinos sin excepción disfrutaban de ellas, todos empujaban, entre todos se
enramaban las calles, banderas, guirnaldas, brezos, ayas, colchas en las
fachadas de las casas, la banda de música tocando desde temprano la Diana
Floreada, los miembros de la comisión madrugaban y acompañaban a la banda
tirando cohetes. El olor a carne que despedían los ventorrillos. Siempre había
alguien que con una guitarra cantaban unas folias o malagueñas.
Se comunicaba a los residentes
de Genovés en Venezuela que se iba a
celebrar la fiesta en Genovés y allí, formaban una comisión paralela a la del
Barrio y recaudaban dinero que luego nos enviaban. O compraban un obsequio para la iglesia como fue el caso del reloj o
del órgano o la imagen de la Virgen de Coromoto entre otras cosas como puede
ser la construcción de la propia iglesia parroquial.
¿Qué ha sido de todo esto que
cuento y que mis vecinos saben que es verdad? ¿En que ha quedado todo?
Recuerdo aquel grupo de
jóvenes que un día nos reunimos en una casa particular pues no había lugar
mejor y formamos aquella Escala en Hi-Fi que estrenaríamos en la festividad de
nuestra Patrona, luego también actuamos en la festividad de la Virgen de Fátima,
y solo lo hacíamos por amor a nuestro
pueblo. Actuamos también en San Juan del Reparo, En San Antonio, barrio de Icod
de los Vinos, en Chirche Guía de Isora,
en el antiguo cine teatro de Garachico.
Recuerdo con anhelo aquel
grupo folclórico, Brisas del Teide en el que prácticamente actuaban todos los
jóvenes y niños de Genovés y que un día desapareció por arte de magia.
Todo eso se ha perdido
desgraciadamente.
Los tiempos no han cambiado,
los hemos cambiado nosotros y eso no es bueno.
Salta a la vista.
Hoy, al contrario de aquellos
tiempos de penuria tenemos de todo y nos falta lo más importante, la unión y el
cariño entre los vecinos por el bien de Genovés y de su población.
¿Seriamos capaces hoy de dejar
de lado nuestro quehacer diario para marcarnos un objetivo que beneficie a
Genovés sin esperar nada a cambio como hicieron en su momento nuestros
antepasados?