martes, 24 de abril de 2018

ALCALDES DE BARRIO, SABIOS Y PSICÓLOGOS

Busto a un alcalde de Masca (Buenavista)

Con el paso de los años llega el momento en los que te paras a pensar y ves las cosas de otra manera, tienes otra forma de recapacitar, tienes otra forma de definir las cosas y si los pelos de tonto que tenías se te han caído, llegas a ser hasta psicólogo.  La vida te he hecho especialista en muchas cosas que antes ocurrían a tú alrededor a las que no les prestabas la mínima atención y que ahora las observas, y la forma en la que las ves ha cambiado.
Antes cuando alguien se acercaba a ti, eras incapaz de adivinar las pretensiones de esa persona, ahora no hace falta que se acerque mucho, desde lejos sabes lo que pretende. Tan solo por su forma de caminar, ya lo has adivinado y te pones en guardia o desapareces disimuladamente.
Todo se ha convertido en pura desafección, todo es por el interés cosa que cuando eras más joven no ocurría. De joven era todo más sano, la gente normalmente no buscaba nada especial de ti, solo buscaban lo que necesitaban sin exigir, todo se pedía o se hacía buenamente. Hoy no, hoy, detrás de todo se esconde algún interés.
Todo esto me lleva a un artículo que leí hace algunas semanas en un periódico digital del Norte de la Isla en la que se hablaba de los alcaldes de barrio. Esos vecinos que en ocasiones apenas sabían leer o escribir pero que tenían bien claro las necesidades de su pueblo y que nadie osaba prestarles la más mínima atención.
Esos alcaldes hicieron grandes esfuerzos y hasta en ocasiones pusieron, aparte de su tiempo, dinero de sus bolsillos para poder conseguir asfaltar una calle o simplemente una cabina telefónica. Hoy, paseamos por calles asfaltadas y con aceras, por lo que antes eran caminos de piedra y tierra, nos encontramos con buenos centros culturales, colegios, bibliotecas, polideportivos, agua de consumo en todas las viviendas y un largo etcétera que los jóvenes de hoy poco o nada aprecian porque desconoces la historia de nuestros pequeños pueblos.
Hoy, casi todos ellos han desaparecido, ya no están entre nosotros, ni tan siquiera los recordamos. A aquellos que estaban en un estadio superior sí que se les recuerda, si que tienen una plaza, un busto, un polideportivo o un colegio con su nombre en letras mayúsculas. En alguna ocasión se les organizó un homenaje. A dicho homenaje no se invitó a ese otro alcalde, al alcalde de barrio que en su día estuvo al lado de ese otro alcalde para lo bueno y para lo malo.
¿Qué pensaría en esos momentos esos alcaldes menores al comprobar que habían sido olvidados como si se tratara de un objeto que se utilizó en su momento y que al final de sus días quedó ahí, arrinconado e incluso en ocasiones mal visto por sus propios vecinos?
Pero, porque fuesen de barrio o supiesen apenas leer y escribir, no quería esto decir que fuesen tontos, todo lo contrario, ellos observaban y de antemano sabían lo que iba a ocurrir.
Por eso decía al principio que con los años uno se vuelve hasta psicólogo y sabio. Sabio como ellos, Ellos, esos alcaldes menores que aprendieron a ser psicólogos y sabios porque sabían que un día, cuando ya no hicieran falta, iban a quedar en el olvido.
Solo he visto un reconocimiento a un alcalde de estos, y habrán más no lo discuto. En el barrio de Masca, un alcalde de Buenavista tuvo a bien erigir un busto a ese alcalde de barrio que un día estuvo codo a codo luchando junto a él por el bien de un barrio que al fin de cuentas al hacerlo, fue por todo un municipio.