sábado, 8 de junio de 2013

NO ESTA EL HORNO PARA BOLLOS

Hace unos días me encontré en animada charla con un amigo y sin saber como fue, comenzamos a hablar de política, cosa rara  ¿verdad?

Tratábamos el tema de la preparación de los políticos actuales y de la falta de cariño y amor que se tiene por parte de ellos a la hora de ejercer como tal.

Hoy no hay políticos con amor al pueblo, el político de hoy es un ser que lo único que quiere es llegar al cargo para tener un buen salario y retirarse a los pocos años con una buena pensión y mientras que esté en el poder satisfacer sus propios intereses. Por suerte no todos son iguales, pero por desgracia, si una gran mayoría.

No esta el horno para bollos, pero para ellos todo está bien, como su trabajo está garantizado y tienen su sueldo a fin de mes asegurado, no pasa nada.

Ellos saben como está la situación en nuestro país, políticos si, tontos no. Ellos saben que hay muchos parados, saben que hay ciudadanos que ya no perciben ninguna clase de ayuda, saben que hay niños que se tienen que ir a la cama sin cenar, saben que hay miles de niños que padecen desnutrición por esa falta de comida o porque la comida que comen no es la adecuada.

Ellos saben también, que España está pasando por uno de los peores momentos de su historia en todos los sentidos. Falta de patriotismo, falta de valores, problemas  familiares y éticos, falta de educación, falta de responsabilidad, etc. etc.¿Y que? Eso a ellos no les afecta para nada.

 Los políticos van a lo suyo, son incapaces de desprenderse de algo. No importa que los niños estén desnutridos porque por la noche, pueden ver un motón de televisiones autonómicas, así se pueden ir contentos a la cama. No importa que los niños pasen hambre, pero hay alguien que tiene dinero hasta para asar una vaca. Y así mil cosas, que de tener muchos de estos políticos un poco de vergüenza, se irían sus casas y no sacarían sus caras a la calle durante lustros.

Pero a ellos les da igual, mientras no les toquemos sus prebendas…

Ahora van a por las pensiones –las de ellos no- las de los demás, las nuestras, las de los cuatro trabajadores que quedamos currando para sacar el país adelante, los que recibimos los palos, los que pagamos los impuestos, los que les pagamos sus salarios, sus coches, sus móviles, sus tarjetas, sus seguros, sus traductores, sus asesores, sus mariscadas, sus viajes, sus vacaciones, sus embajadas, sus televisiones y demás chiringuitos.

A nosotros solo nos queda, y de momento, el poder charlar con los amigos sobre política, solo para desahogarnos porque para otra cosa no sirve el hablar.