sábado, 28 de agosto de 2010

"LADRAN, LUEGO CABALGAMOS"

Hay ocasiones, y eso ocurre por temporadas, en que los vecinos de un pueblo critican la labor de los propios vecinos en el quehacer diario por el propio pueblo. Comienzan por criticar al propio suelo donde pisan y a los vecinos de toda la vida.
Comparan su pueblo con otros cercanos y ¡oh! casualidad, esos o ese pueblo cercano es mejor que el suyo propio, e incluso los vecinos de ese pueblo son mejores, más unidos y más trabajadores que los de su propio pueblo.

Siempre las críticas vienen de las mismas personas, ni comen ni dejan comer, como el perro
del hortelano. Incluso las personas que las escuchan les dan la razón aunque no la tengan,
para quedar bien…

Esos comentarios, los observas desde la infancia y te llegan a repugnar porque no ves lógico ese despecho hacia el propio pueblo tuyo, están tirando piedras sobre su propio tejado. Y observas, como con el paso del tiempo, esos pueblos, que esos vecinos tuyos han alabado gratuitamente, van floreciendo, y el tuyo ahí, quieto, parado, más bien menguando. Nadie le presta atención, es un pueblo apestado, sus propios hijos lo critican y nadie sale en su defensa. Pobre pueblo.

Desde otros pueblos ves que del tuyo no se habla bien, no hay un buen concepto, e incluso, a veces huyes de decir que eres de ese pueblo y sangras por dentro con amargura. Reniegas de tu pueblo, no por vergüenza sino por no oír algún comentario desagradable.

Te preguntas quienes son esas personas que tanto daño han hecho a tu querido pueblo. ¿Qué han hecho por ti? ¿Cuando han dado la cara para defenderte? ¿Por qué te critican si han nacido, han crecido, se han casado y tenidos hijos, incluso han edificado sus viviendas en su suelo?
Que maldad. Y pasan los años y vas creciendo a medida que también lo hacen esos vecinos y llegas a la conclusión de que ahí pasa algo raro, algo no concuerda y quieres hacer algo aunque siempre has estado ahí, al pie del cañón, haciendo algo por el pueblo que te vio nacer mientras otros critican. Pero ahora quieres hacer algo más y sacas la cabeza, das la cara y trabajas duramente, no te importan las críticas que esos mismos vecinos vierten sobre ti pero a escondidas para que tú no te enteres. Tu sabes leer entre líneas, no hace falta que nadie te lo diga y sigues adelante y sigues manteniendo una buena relación con esas personas y sigues sangrando por dentro porque ves que son los mismos que criticaban en tu infancia, pero tu continuas, todo por el bien del pueblo y trabajas lo mejor que sabes y puedes sin importarte las criticas.

Esperaran agazapados los enemigos. Un día te encuentras solo y después de haber trabajado y luchado por tu pueblo durante muchos años sin pedir nada a cambio, te dan el navajazo. No solo tus enemigos lo han hecho, sino tus propios amigos. Si, esos, a los que un buen día colocaste en un buen lugar del que ahora gozan.

Miras hacia atrás y tu mismo te animas y te dices orgulloso aquella frase en latín “Latrant et scitis estatint praetesquitantes estis”, que quiere decir: “Ladran y sabéis al momento que cabalgamos.