domingo, 9 de noviembre de 2014

EN HOMENAJE A UNOS BUENOS VECINOS

Cuatro viviendas con historia

A pesar del alejamiento de nuestros barrios altos del casco del municipio, Genovés por ejemplo, como cualquier otro barrio de aquí arriba, dígase La Culata o San Francisco de La Montañeta, poseen una rica historia que por culpa del paso del tiempo – que sin él no habría historia- y porque nadie se ha interesado por ella, llegará un día en el que nadie recordará a sus ancestros. Vecinos que en  tiempos pasados, sembraron el cultivo que hoy estamos cosechando.

Sin duda alguna, en esta cosecha habrán cosas que nos gusten más que otras, como en cualquier lugar del mundo pero, que sin duda alguna son cosas de nosotros y que por mucho que nos puedan desagradar no debemos de olvidar y darles cabida conjuntamente con las que sin dudarlo nos gustan.

En la parte de Genovés denominada Lomo León están ubicadas cuatro viviendas que en un momento de la historia de Genovés fueron lugares de obligada visita por los vecinos de todo el barrio y de otros lugares de la Isla. Lugares de propietarios muy queridos por todos los genovenses de aquella época y de los que aún hoy los recordamos con cariño y nostalgia.

 Estas viviendas que aún existen, forman un pequeño rincón que antaño, no solo eran lugar de encuentro sino de abastecimiento y de educación para prácticamente todo el barrio.

Una de las viviendas ostentaba el molino de gofio, propiedad de doña Antonita “Fuentes” que aunque ella no era Fuentes de apellido, así la conocíamos.

De ese molino de gofio, salía un exquisito manjar que otros intentaron imitar haciéndole la competencia infructuosamente. Cuando el molino se ponía en marcha, todo el barrio quedaba impregnado con el olor del gofio y del millo tostado.

En otra de las viviendas, estaba ubicada la Escuela Nacional de Niñas. En ella hubieron buenas maestras de escuela. Recordamos también con mucho cariño a doña Nica, a doña Ilusión y a doña Nelsa. De esa escuela salieron niñas con la suficiente formación educativa para que pudiesen salir adelante en otras tareas de la vida que no solo la del quehacer diario del Barrio. Y es que esas maestras de escuela, se preocupaban lo máximo para que sus alumnas aprendiesen de todo, hasta incluso, costura.

Luego hay otra vivienda que también ha sido reconstruida, en ella que se encontraba una de esa ventas de barrio en la que se vendía de todo, desde un botón hasta media cuarta de aceite o medio pan, una cuarta de petróleo, una lata de sardinas elaboradas en Lanzarote o medio pan cuando lo había. Esta venta fue fundada por don Lorenzo que luego vendería a don Máximo y doña María su esposa. ¿Cómo no recordarlos también con el máximo cariño y aprecio? A cuanta gente ayudaron vendiendo fiado que ellos apuntaban en “el libro verde” para luego cobrarlo cuando se pudiese. ¿Y quién ponía las inyecciones en el Barrio? Pues don Máximo con su estilo. Te estiraba en la cama y… rriaca, pinchazo que te pego con su jeringa de cristal para todo el mundo que el cuidadosamente desinfectaba hirviendo agua. Antes era así, ahora como es lógico, la jeringa tiene un solo uso.

En esa misma estancia y en un lugar algo apartado un pequeño mostrador hacia de barra de bar en el que por las tardes se reunían algunos de vecinos para hablar de sus cosas y de los quehaceres diarios y de viaje echarse un vasito de vino con unos chochos o manises.

Luego, entre medio, aunque yo en este caso tengo un vago recuerdo, estaba la venta de doña Isolina. También muy buena persona, que luego sería de una de las primeras personas en tener agua corriente de su propiedad y que al tenerla, la vendía a sus vecinos y así evitaba que la gente de Lomo León tuviesen que ir a la Madre del Agua a por él liquido elemento, cuan contentos quedamos y cuanto agradecimiento ahora que miramos hacia atrás porque nos ahorramos ese caminar diario a tan alejado y peligroso lugar al que teníamos que ir a por agua en un barril.

Luego, poco a poco todo fue pasando. Primero fue la desaparición de la venta de doña Isolina, el molino de gofio, la escuela y la venta de don Máximo.

Todo ha quedado en un lejano y vago recuerdo. Recuerdos de la historia de un barrio que nadie ha tenido el atrevimiento de reconstruir, que, si así continua, llegará el momento en que ni sus propios familiares recordaremos.