domingo, 2 de marzo de 2014

ES DE BIEN NACIDOS, SER AGRADECIDOS

Cuando te sientas autosuficiente, no te olvides de los que te ayudaron.

Nacemos y crecemos bajo la tutela y protección de nuestros padres. Poco a poco vamos dando nuestros pinitos y cuando creemos que ya podemos, nos independizamos, no sin los temores lógicos que eso conlleva.

Amigo que nunca falla.

Normalmente pedimos consejo y ayuda a gente allegada a nosotros, familiares, amigos, sobre todo, a los que sabemos que están ahí y a los que siempre crees que te pueden ayudar. Y las cosas empiezan a marchar bien y te marcas un objetivo, pero nunca perdiendo de vista ese apoyo que hasta el momento te ha venido sosteniendo y ves que las cosas marchan, que funcionan, lo que te has propuesto va bien y sigues sorteando todos los obstáculos que te encuentras por el camino, porque esa o esas personas con las que tu has contado te animan y te llevan en volandas. Te sientes cómodo sabiendo que, de alguna manera, tienes ese escudo protector que no va a permitir que nada malo te ocurra y te vas envalentonando llegando el momento en que te crees superior y ya empiezas a exigir. Estás por encima de todo y no miras hacia atrás, ya no recuerdas los favores recibidos, ya no recuerdas cuando tenias un problema y esa o esas personas estaban ahí y salían corriendo a socorrerte. Tu suerte te ha llevado a ser un desmemoriado.

Las personas a las que tú ahora desprecias no se sienten bien, están dolidas, no salen de su asombro porque no esperaban eso de ti y se preguntan: ¿Dónde he fallado? Porque encima se sienten culpables porque te creían una buena persona.

Lo último que has hecho, es, no pedirles algo, le has exigido algo y como no pudo en ese momento ayudarte tratando de explicarte el por que, tu le diste la espalda mientras esa persona se quedaba ahí con el corazón encogido. ¡¡Que desprecio!!

Pero a ti no te importa, ya estas por encima del bien y del mal. Eres autosuficiente, tú ya te vales por ti mismo te sientes fuerte y a la primera de cambio has ido dejando de lado a esos amigos que un buen día te ayudaron sin importarles el riesgo que corrían, bien con esa ayuda económica o moral. Y te lo han hecho saber, pero tú le restas importancia. Total…

Un día las cosas cambiaron y en ese lugar al que acudiste cuando dejaste  de lado a los tuyos te hizo una faena. Tú no esperabas eso y te encontraste solo. ¿Y ahora, acudirás de nuevo a tus viejos amigos a pedir ayuda?