domingo, 30 de marzo de 2014

LA MIRADA DE ADOLFO SUAREZ


El Presidente Suarez cumplió su promesa con Garachico.

Hacía pocos años que la Democracia en España comenzaba su carrera, Muy poquita gente sabía que era aquello pero todos luchamos con ilusión poniendo nuestro granito de arena para que el mejor presidente, lo tuviese fácil, -ahora lo reconocemos, ya se sabe, agua pasada no mueve molino- los españoles somos así de agradecidos.

Lorenzo Dorta lee su discurso ante el Presidente Suarez. Foto D. Avisos.

Pero, no es mi idea hoy venir a decir aquí lo que ya todos sabemos si tenemos un mínimo de memoria y un poco de respeto por lo que es nuestra historia más reciente, si no por otro motivo.

En el año 1978 presidía el Ayuntamiento de Garachico don Lorenzo Dorta García. Don Lorenzo Dorta, invitó al Presidente Suarez a que hiciera una visita a Garachico y este la acepto, cosa que llenó de ilusión y de alegría a todos los vecinos de Garachico y alrededores.

Fue un sábado por la tarde, yo me encontraba esperando la llegada del Sr. Suarez en la casa que hoy es Hotel San Roque, en su mirador. Llegó el helicóptero y tomo tierra en el campo de fútbol del Gara. La gente abarrotaba todos los lugares, por donde se esperaba el recorrido del Presidente y su comitiva.

Apenas tomó tierra el helicóptero bajé a toda prisa hacia la calle y esperé a que aquel ilustre visitante pasara. Lo hizo a los pocos minutos entre los aplausos de los lugareños.

Por supuesto que yo le brindé también mi mejor aplauso, y por aquello  de que yo me encontraba algo aislado de la multitud, el Sr. Suarez al pasar por mi lado se percató de mi presencia y haciendo y leve gesto con su cabeza me agradeció aquel gesto mío que no tenía la mayor importancia. Solo le dediqué un aplauso, aunque me hubiese gustado darle al menos la mano, pero el protocolo, ya se sabe…

Pero no me llamó la atención aquel gesto con la cabeza de don Adolfo, si no, su mirada. La mirada del Sr. Suarez la recordaré toda mi vida, aunque viva mil años. Fue una mirada de apenas un segundo pero lo suficientemente intensa como para saber la clase de hombre que había pasado ante mí. No era la mirada de un político, si no la mirada de una persona sincera, honrada, sencilla digna y agradecida. La mirada sincera de un presidente que jamás nos engañó. Honrada, porque nunca metió en su bolsillo lo que no fuese suyo y porque cumplió la palabra dada a los garachiquenses en aquella visita. Sencilla, porque, pese al cargo que ostentaba no se sentía superior a nadie. Digna, porque como hombre y presidente de un país supo hacer las cosas sin doblegarse ante nada y marcharse cuando nadie como él ha sabido hacerlo, y agradecida, por un simple gesto como el mío que era un breve  aplauso que como yo le dedicaron muchas miles de personas que nos encontrábamos en aquel momento en Garachico o en otro momento en cualquier lugar de España.

Pero todo esto, y como yo, nadie supo decirlo cuando el Sr. Suarez vivía, solo lo decimos ahora, cuando el ya no lo puede saber, aunque estoy seguro de que allá donde se encuentre habrá un lugar en el que alguien le hará llegar todas estas cosas que sin duda alguna le llenarán de alegría.

Hasta siempre querido y respetado Presidente. Siempre estarás en nuestros corazones.